Ars Caverna
Instalación
Alan Morgado
Es desalentador entrar a un espacio dedicado al arte y sentir que uno estaba mucho mejor antes de entrar en él. En ocasiones nuestra vida cotidiana es una galería más nutrida y con mayor contenido que nos ofrece un sin fin de obras para todos los gustos y de sabios artistas anónimos.
El arte, al igual que el amar y otras pocas virtuosas actividades del hombre contemporáneo, es o debería ser, una actividad desinteresada, en donde el proceso mismo satisfaga las necesidades espirituales de expresión, catarsis, placer, etc.
Antes de entrar a estudiar artes, cuando mi conocimiento teórico era escaso, admiraba y aspiraba a la creación artística como un acto sublime. Ahora, con mayor sustento teórico y conocimiento acerca de la estructura bajo la cual está subordinado el arte, me genera un poco de tristeza la frialdad y el interés con el cual renombrados artistas luchan por llegar a la cima con tanta deseo de reconocimiento, salvo honrosas excepciones.
Arte, lo he aprendido, es el nombre con el cual se designa a un sistema político, comercial y jerárquico en donde artistas crecen metódicamente, como si de una carrera se tratara; en donde las galerías, los críticos y el mercado determinan el camino a seguir, la salida y la meta. Si esto fuese un juego, que bien podría convertirse en uno de mesa, como turista mundial, tener una licenciatura, una maestría o un doctorado equivaldría a conseguir determinados puntos en escala. Los diplomados, concursos, seminarios y conferencias, equivaldrían a otros más. Las galerías serían el tesoro más preciado y según el nombre y el país aumentaría su puntuación.
Considero que el arte logra su propósito esencial cuando consigue conectarse de manera intrínseca la energía vital del hombre con cualquiera que sea su manifestación; es la expresión y externación que hace evidente para los otros esa magia interna. El filósofo Hans-Georg Gadamer nos habla de esto cuando menciona que el arte ayuda al hombre a sentirse “más leve e iluminado”.
No pretendo caer en la idea romántica radical en la cual el arte es un acto casi divino. Considero importante todo estudio que se ha realizado sobre él y la educación para una comprensión más profunda. Sin embargo, creo firmemente que el arte es una actividad privilegiada, que está mediada -como hemos aprendido desde sus inicios en las pinturas rupestres y en las danzas prehispánicas- por una magia que difícilmente otro quehacer del hombre pueda conseguir. Es una actividad espiritual que se fortalece con el uso moderado de nuestro raciocinio, en la cual el sentimiento prevalece. A mi parecer, -y esto y todo dependerá de la intención que cada quien le dé a su creación artística- ésta consigue sus objetivos más elevados cuando ha hecho más grande a su creador, y su persona se encuentra inmersa en su obra; así como cuando tiene la fortuna de tocar las fibras más íntimas del espectador volviéndolo más sensible y más humano.
Ars caverna, es un proyecto de instalación que reflexiona sobre la relación del arte con la galería, su política, el mercado y las jerarquías: el sistema del arte. Consiste en la exhibición de marcos característicos de distintos periodos en la historia del arte, enfatizando la importancia social del marco en la obra. Dentro de los marcos no habrá ninguna imagen, pues estarán únicamente montados sobre la pared blanca de la galería. Éstos, estarán debidamente iluminados para enfatizar la importancia de “la obra” y la ausencia en ellos denotará la vacuidad a la que hago referencia. En el suelo, se colocarán líneas rojas para establecer el límite de proximidad para el espectador. Fuera de los marcos se instalarán fragmentos de obras de arte representativas de distintos periodos de su historia, realizando un recorrido desde el Renacimiento hasta nuestros días. Estos fragmentos tapizarán la galería y envolverán al espectador, a modo de guiarlo a la salida, sugiriéndole que la verdadera galería se encuentra afuera, a su salida, y no en el lugar al que han llegado. Para enfatizar esta idea, se colocará un letrero de bienvenida a la galería por la parte interna de la misma, es decir, de dentro hacia fuera. El título hace referencia al mito de la caverna aplicado al arte, en donde la verdadera esencia de las cosas se encuentra fuera de donde el espectador cree que está, en lo que le ha sido otorgado, cegándose al origen y al arte en su forma más pura. Se pretende con esto una reflexión sobre el contenido y la esencia de la creación artística, aquellos que transmitimos y que nos es trasmitido, y también es una exhortación a la sensibilidad en el acto artístico.
PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL DE ALAN MORGADO. JARDÍN DE LAS ESCULTURAS. XALAPA, VER. MEX. 19 de NOV. 2010. 16´00 hrs.
Interpretación del proyecto “Ars Caverna”.
Dr. Pablo Alonso Herraiz.
Desde hace mucho tiempo el artista ha perdido el monopolio de las imágenes, la hegemonía y el control sobre lo visual (Danto), de manera que es muy fácil encontrarse con discursos visuales muy potentes fuera de los espacios legitimados por el mundo del arte. Las galerías, museos, ferias internacionales han dejado de ser lugar de peregrinaje cultural de nuestra fe artística. El privilegio del individuo que hace objetos artísticos se desvanece dentro del océano de la nueva configuración social y se diluye como un pequeño terrón de azúcar dentro de nuestra amarga cultura. La dominación y mantenimiento de poder que ejercía el artista, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías que configuran y sostienen el sistema mayoritario, consiguiendo así un estado de homogeneidad en el pensamiento y acción, se ha acabado. Desde hace mucho tiempo, estamos rodeados de los mejores artistas del estado, del país y del mundo entero por todas partes, que como una especie de hormigas legionarias dentro de la chatarra posmoderna abarrotan los sacrosantos retablos apolillados del arte actual. Desde hace mucho tiempo las invisibles y desoladoras estadísticas señalan que una que cada dos personas que habita en este planeta es un artista genial que nos va a hacer la vida más agradable. Desde hace poco tiempo tenemos con nosotros a una persona que piensa y que siente una profunda responsabilidad en su ser como intelectual. Una responsabilidad que le lleva a configurar un discurso audaz de amplio alcance, donde expresa un análisis afilado de la realidad de la cultura actual como expresión del análisis del progreso. El avance, el desarrollo económico de las sociedades postindustriales, hacen que en el ámbito de la cultura se geste un nuevo paradigma cultural (Tedesco), donde caen desde un punto de vista relativista, todas las grandes concepciones o cosmovisiones por las cuales el hombre occidental ha vivido. Los metarrelatos, según Morgado están destinados al fracaso, no hay verdad porque la misma cultura ha evolucionado de tal manera que se cuenta con una pluralidad de verdades, donde el término “arte”, no existe universalmente. La estética, se pregunta Alan Morgado ¿es el último coto vedado de las ideologías?; los artistas ¿deben seguir disfrutando de esa inmunidad? (Jean Clair). Pocas veces tenemos la oportunidad de contemplar una nítida, rigurosa y a la vez provocadora revisión de la conocida alegoría de la caverna de Platón, sobre la que reposa esta interesantísima instalación, que van a ver a continuación, re-semantización de un espacio galerístico en caverna pre-artística. Muy pocas veces tenemos la suerte y el privilegio de compartir con una persona las virtudes morales e intelectuales, el buen hacer de un artista de recio y vigoroso temperamento, insobornable. Menos es más, dijo el arquitecto Mies Van Der Rohe, lo que está fuera es mejor que lo que está dentro de la galería, nos dice Alan Morgado.
Entremos pues, para salir a la prehistoria del futuro.